Aspectos Generales de la Economía Feminista: entre el Norte y el Sur Global

November 29, 2021
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La economía feminista es una corriente de pensamiento económico con propuestas eficaces para hacer frente a la actual crisis civilizatoria, la cual, de acuerdo a Amaia Pérez Orozco, tiene un carácter multidimensional, en tanto ha puesto en evidencia “la insostenibilidad del sistema económico en términos ecológicos, sociales y reproductivos”. Esto se explica, en parte, porque el modelo económico hegemónico se ha mostrado indiferente con las bases materiales que sostienen la vida. Es decir, actúa sin tener en cuenta los límites biofísicos del planeta con todo y sus ciclos de regeneración y, más aún, funciona sin reconocer como actividades socioeconómicas, tanto la reproducción generacional de personas trabajadoras, como “la regeneración cotidiana de su capacidad de trabajo”, en las acertadas palabras de Silvia Federici. Entonces, ¿por qué seguir alimentando una economía que se ha mostrado indiferente con la vida?

Desde la economía feminista se ha cuestionado, entre otras cosas, los límites de la economía (en especial de la neo-clásica), y “el papel de género en ella” . Así, la ampliación del concepto de economía y trabajo, con el fin de “abarcar el conjunto de procesos que permiten generar los recursos necesarios para vivir”, ha supuesto que la economía feminista ponga el acento en los trabajos no remunerados destinados a la sostenibilidad de la vida, los cuales han venido realizando las mujeres en todo el mundo.

Si bien gran parte de esta disciplina subversiva emana del Norte global, algunas de sus teóricas no niegan que cuenta con un sesgo urbano. Y es que, - en aras de visibilizar lo que ha sido históricamente invisibilizado y relegado a la esfera no monetizada por la economía convencional -, se ha centrado, principalmente, en los trabajos domésticos y de cuidados, los cuales, son compaginados con el trabajo asalariado de las muchas mujeres que han saltado al espacio público.

En el caso de Latinoamérica, se ha desarrollado una economía feminista desde las miradas, experiencias y realidades de mujeres situadas en escenarios no sólo urbanos, sino también rurales y comunitarios. Lo que sucede es que, en el ámbito rural y comunitario, las llamadas esferas comerciales y las esferas que carecen de flujos monetarios pero que, sin embargo, generan los recursos necesarios para subsistir, no están visiblemente delimitadas. En este sentido, como ha mostrado la FAO, aunque “las mujeres participan activamente tanto en la agricultura comercial como en la de subsistencia... buena parte de su trabajo no es registrado en las estadísticas”. Esto sucede, por ejemplo, con “el trabajo en la producción de alimentos para consumo del hogar y la comunidad” , el cual es imprescindible para esa regeneración cotidiana de la fuerza de trabajo, como apuntábamos anteriormente.

También pasa, que las definiciones utilizadas “por los registros censales” que dan cuenta del trabajo de las mujeres en pequeñas unidades agropecuarias, están muy restringidas. La definición de actividad agrícola es un claro ejemplo de lo anterior. De ahí, que no se contemple como trabajo productivo “tareas tales como la selección de semillas, almacenamiento, conservación y transformación de productos agrícolas, en las cuales las mujeres están frecuentemente involucradas”, entre muchas otras.

Por tanto, tenemos que la actividad productiva suele limitarse conceptualmente, mientras que las estadísticas sobre la inactividad no dan cuenta de una realidad repleta de acciones, procesos y conocimientos que contribuyen con la preservación de la biodiversidad, la seguridad y soberanía alimentarias, la vida y, finalmente, que favorecen la producción. Precisamente, es esa realidad que refleja la pluralidad de mujeres y procesos que se entrecruzan entre los delimitados ámbitos productivos y reproductivos de la economía neoclásica, entre otros, la que analiza la economía feminista. Y, es que, son los ámbitos no monetizados los que a la vez se encuentran feminizados.

En cualquier caso, tanto en el Norte y el Sur global, la economía feminista no sólo se propone visibilizar “esferas antes ocultas sino que, sobre todo, se pregunta por la conjunción de todas ellas y su resultado final en términos de vivir bien”. Para esto, lo que se propone muy acertadamente es: “desplazar el eje analítico y político en torno al cual construimos la economía”, es decir, “de los mercados a la sostenibilidad de la vida”. Este cambio de paradigma influiría en la manera de entender y estructurar la economía. Pasaríamos de una visión estrictamente cuantitativa y más limitada, a una que incorpore no sólo lo cuantitativo sino también aspectos cualitativos, contextuales e inter-relacionales. Se trata de que los mercados estén al servicio de la vida y no la vida al servicio de los mercados. También se trata de poner en el centro aquello que nos sostiene y nos mantiene vivos y que hace que podamos vivir vidas de la manera más digna posible.

Referencias
_________________
1. Prólogo de AMAIA PÉREZ OROZCO en “La economía feminista desde América Latina: Una hoja de ruta sobre los debates actuales en la región”, de ONU Mujeres. 2012, pp. 13-22.
2. YAYO HERRERO, “Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible”, Revista de Economía Crítica, Nº 16, segundo semestre 2013, ISNN 1696-0866, pp. 278-307.
3.SILVIA FEDERICI, Calibán y la Bruja – Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, Traficantes de Sueños, Madrid, 2010, p.23

4. Prólogo de AMAIA PÉREZ OROZCO en “La economía feminista desde América Latina: Una hoja de ruta sobre los debates actuales en la región”, op.cit.
  1. Ídem.
  2. AMAIA PÉREZ OROZCO, “Economía feminista: viva, abierta y subversiva”, en Revista Economistas sin Fronteras “Economía feminista: visibilizar lo invisible”, Dossieres EsF nº29, Primavera 2018, pp. 6-10.
  3. La teoría feminista ha resaltado que estas dobles y triples jornadas se hacen más duras de llevar a cabo, entre otras razones, porque el colectivo masculino no está asumiendo equitativamente la responsabilidad de las tareas domésticas y de cuidados. Al respecto, se recomienda C. BORDERÍAS, C. CARRASCO y C. ALEMANY, Las mujeres y el trabajo: rupturas conceptuales, Icaria/Fuhem, Barcelona, 1994. Así también, hay que tomar en cuenta que dentro de las grandes urbes se recorren largas distancias y que la supervisión del juego en grandes ciudades requiere de más horas.
  4. Véase “La contribución de la mujer a la producción agrícola y seguridad alimentaria: estado actual y perspectivas”, Informe de la FAO.  
  5. ALMA ESPINO, “Perspectivas teóricas sobre género, trabajo y situación del mercado laboral latinoamericano”, de ONU Mujeres. 2012, p.201.
  6. Ídem.

Aspectos Generales de la Economía Feminista: entre el Norte y el Sur Global

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February 15, 2019

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La economía feminista es una corriente de pensamiento económico con propuestas eficaces para hacer frente a la actual crisis civilizatoria, la cual, de acuerdo a Amaia Pérez Orozco, tiene un carácter multidimensional, en tanto ha puesto en evidencia “la insostenibilidad del sistema económico en términos ecológicos, sociales y reproductivos”. Esto se explica, en parte, porque el modelo económico hegemónico se ha mostrado indiferente con las bases materiales que sostienen la vida. Es decir, actúa sin tener en cuenta los límites biofísicos del planeta con todo y sus ciclos de regeneración y, más aún, funciona sin reconocer como actividades socioeconómicas, tanto la reproducción generacional de personas trabajadoras, como “la regeneración cotidiana de su capacidad de trabajo”, en las acertadas palabras de Silvia Federici. Entonces, ¿por qué seguir alimentando una economía que se ha mostrado indiferente con la vida?

Desde la economía feminista se ha cuestionado, entre otras cosas, los límites de la economía (en especial de la neo-clásica), y “el papel de género en ella” . Así, la ampliación del concepto de economía y trabajo, con el fin de “abarcar el conjunto de procesos que permiten generar los recursos necesarios para vivir”, ha supuesto que la economía feminista ponga el acento en los trabajos no remunerados destinados a la sostenibilidad de la vida, los cuales han venido realizando las mujeres en todo el mundo.

Si bien gran parte de esta disciplina subversiva emana del Norte global, algunas de sus teóricas no niegan que cuenta con un sesgo urbano. Y es que, - en aras de visibilizar lo que ha sido históricamente invisibilizado y relegado a la esfera no monetizada por la economía convencional -, se ha centrado, principalmente, en los trabajos domésticos y de cuidados, los cuales, son compaginados con el trabajo asalariado de las muchas mujeres que han saltado al espacio público.

En el caso de Latinoamérica, se ha desarrollado una economía feminista desde las miradas, experiencias y realidades de mujeres situadas en escenarios no sólo urbanos, sino también rurales y comunitarios. Lo que sucede es que, en el ámbito rural y comunitario, las llamadas esferas comerciales y las esferas que carecen de flujos monetarios pero que, sin embargo, generan los recursos necesarios para subsistir, no están visiblemente delimitadas. En este sentido, como ha mostrado la FAO, aunque “las mujeres participan activamente tanto en la agricultura comercial como en la de subsistencia... buena parte de su trabajo no es registrado en las estadísticas”. Esto sucede, por ejemplo, con “el trabajo en la producción de alimentos para consumo del hogar y la comunidad” , el cual es imprescindible para esa regeneración cotidiana de la fuerza de trabajo, como apuntábamos anteriormente.

También pasa, que las definiciones utilizadas “por los registros censales” que dan cuenta del trabajo de las mujeres en pequeñas unidades agropecuarias, están muy restringidas. La definición de actividad agrícola es un claro ejemplo de lo anterior. De ahí, que no se contemple como trabajo productivo “tareas tales como la selección de semillas, almacenamiento, conservación y transformación de productos agrícolas, en las cuales las mujeres están frecuentemente involucradas”, entre muchas otras.

Por tanto, tenemos que la actividad productiva suele limitarse conceptualmente, mientras que las estadísticas sobre la inactividad no dan cuenta de una realidad repleta de acciones, procesos y conocimientos que contribuyen con la preservación de la biodiversidad, la seguridad y soberanía alimentarias, la vida y, finalmente, que favorecen la producción. Precisamente, es esa realidad que refleja la pluralidad de mujeres y procesos que se entrecruzan entre los delimitados ámbitos productivos y reproductivos de la economía neoclásica, entre otros, la que analiza la economía feminista. Y, es que, son los ámbitos no monetizados los que a la vez se encuentran feminizados.

En cualquier caso, tanto en el Norte y el Sur global, la economía feminista no sólo se propone visibilizar “esferas antes ocultas sino que, sobre todo, se pregunta por la conjunción de todas ellas y su resultado final en términos de vivir bien”. Para esto, lo que se propone muy acertadamente es: “desplazar el eje analítico y político en torno al cual construimos la economía”, es decir, “de los mercados a la sostenibilidad de la vida”. Este cambio de paradigma influiría en la manera de entender y estructurar la economía. Pasaríamos de una visión estrictamente cuantitativa y más limitada, a una que incorpore no sólo lo cuantitativo sino también aspectos cualitativos, contextuales e inter-relacionales. Se trata de que los mercados estén al servicio de la vida y no la vida al servicio de los mercados. También se trata de poner en el centro aquello que nos sostiene y nos mantiene vivos y que hace que podamos vivir vidas de la manera más digna posible.

Referencias
_________________
1. Prólogo de AMAIA PÉREZ OROZCO en “La economía feminista desde América Latina: Una hoja de ruta sobre los debates actuales en la región”, de ONU Mujeres. 2012, pp. 13-22.
2. YAYO HERRERO, “Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible”, Revista de Economía Crítica, Nº 16, segundo semestre 2013, ISNN 1696-0866, pp. 278-307.
3.SILVIA FEDERICI, Calibán y la Bruja – Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, Traficantes de Sueños, Madrid, 2010, p.23

4. Prólogo de AMAIA PÉREZ OROZCO en “La economía feminista desde América Latina: Una hoja de ruta sobre los debates actuales en la región”, op.cit.
  1. Ídem.
  2. AMAIA PÉREZ OROZCO, “Economía feminista: viva, abierta y subversiva”, en Revista Economistas sin Fronteras “Economía feminista: visibilizar lo invisible”, Dossieres EsF nº29, Primavera 2018, pp. 6-10.
  3. La teoría feminista ha resaltado que estas dobles y triples jornadas se hacen más duras de llevar a cabo, entre otras razones, porque el colectivo masculino no está asumiendo equitativamente la responsabilidad de las tareas domésticas y de cuidados. Al respecto, se recomienda C. BORDERÍAS, C. CARRASCO y C. ALEMANY, Las mujeres y el trabajo: rupturas conceptuales, Icaria/Fuhem, Barcelona, 1994. Así también, hay que tomar en cuenta que dentro de las grandes urbes se recorren largas distancias y que la supervisión del juego en grandes ciudades requiere de más horas.
  4. Véase “La contribución de la mujer a la producción agrícola y seguridad alimentaria: estado actual y perspectivas”, Informe de la FAO.  
  5. ALMA ESPINO, “Perspectivas teóricas sobre género, trabajo y situación del mercado laboral latinoamericano”, de ONU Mujeres. 2012, p.201.
  6. Ídem.

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