Uno de los compromisos que se ha mantenido en pie desde la firma del Acuerdo Final de Paz en Colombia ha sido propender por un proceso de reincorporación a la vida civil con enfoque comunitario, diferencial y de género. En ese sentido, la Universidad Nacional de Colombia –UNAL-, como uno de los principales centros educativos públicos del país, tiene múltiples capacidades para asistir al fortalecimiento de dicha reincorporación desde sus propios protagonistas: las y las excombatientes y las comunidades de las que hacen parte. He aquí otro de los múltiples escenarios desde los cuales es posible construir país desde los conocimientos de se dan en las aulas.
En ese sentido, la presente reflexión se da en el marco de algunas actividades realizadas como parte del Proyecto de Extensión 4.0. y del trabajo realizado desde varios/as integrantes del Semillero de Investigación Acción PARES (Participación, Acción y Reflexión en el Entorno Social) de la Universidad Nacional de Colombia. Dicha reflexión apunta a la necesidad de seguir profundizando la participación de los conocimientos que emergen desde la universidad pública para, en contacto con nuevos escenarios y retos emergentes en campo, estas actividades repotencien a la misma. Adicionalmente, este tipo de experiencias demuestran que UNAL está en capacidad de asumir un papel clave en la construcción de paz en Colombia desde distintos frentes: promover la apropiación social de la tecnología por parte de distintas poblaciones, aportar al fortalecimiento de los lazos comunitarios en tiempos del posacuerdo de paz y, finalmente, aportar a la superación de desigualdades educativas y de género.
De este modo, y como parte de una serie de visitas que hacen parte de un proceso abierto hace más de un año dentro del ETCR (Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación) Antonio Nariño en la Vereda La Fila en el municipio de Icononzo, departamento del Tolima, se dieron un conjunto de discusiones y proyecciones que plantean potenciar algunos procesos que al día de hoy llevan algunas mujeres excombatientes habitantes del territorio, desde una perspectiva comunitaria, diferencial y con enfoque de género.
Refiriéndonos a estos procesos, dos de las actividades que se llevan a cabo de forma paralela dentro de varios Espacios de Reincorporación, a lo largo de todo el país, son la nivelación académica de muchos/as excombatientes y los diversos intentos por sacar adelante las iniciativas productivas. Estas iniciativas productivas, en la mayoría de los casos, son intentos colectivos, en consonancia con la apuesta inicial de hacer del proceso de reincorporación un proceso no individual sino grupal en la medida de lo posible. Estos esfuerzos por insertarse en un sistema de educación formal y apostarle al desarrollo de iniciativas de autonomía económica materializan la voluntad de mantener una paz estable y duradera de parte de cientos de excombatientes.
Ahora bien, estos esfuerzos no son menores teniendo cuenta algunos escenarios que son muy comunes en las zonas rurales colombianas: ausencia o deterioro de vías de acceso terrestre; poca infraestructura educativa rural y excesiva centralización de la oferta educativa presencial; escasez de enfoques diferenciales de enseñanza que atiendan las características de la población educanda, y desde otra perspectiva, la persistencia de imaginarios patriarcales en torno a la división del trabajo y en consecuencia altos niveles de subordinación de las mujeres en algunas zonas rurales, entre otros.
En ese sentido, actividades como la participación y sostenimiento de dichas iniciativas económicas, adicional al involucramiento en procesos de nivelación académica y participación en procesos educativos formales y no formales, requieren una mínima infraestructura y dotación tecnológica, así como un sentido comunitario y diferencial al uso de estas herramientas, lo que en muchos casos no está presente. Y, resulta ser visible en muchos ETCR Y NAR -Nuevas Áreas de Reincorporación- así como en muchos puntos del campo colombiano, que la autogestión comunitaria ha hecho posible la sobrevivencia y la posibilidad de muchos procesos dentro de muchas comunidades.
Partiendo del contexto antes descrito, es que durante los días 2, 3 y 4 de noviembre del 2019 se llevan a cabo varios encuentros de planeación y proyección participativa de parte de Semillero PARES, algunas delegadas de la organización de mujeres ASOMUFAN –Asociación de Mujeres Farianas Antonio Nariño- y otras habitantes del ETCR, en torno a algunos objetivos relacionados con la construcción y puesta en funcionamiento de un aula de computo.
Esta aula de cómputo es inicialmente una idea y propuesta surgida dentro de espacios propios de deliberación comunitaria. Producto de dicha discusión, este proyecto se encuentra liderado por parte de las integrantes de ASOMUFAN y otras mujeres excombatientes pertenecientes al ETCR; y pretende beneficiar especialmente a las mujeres del Espacio Territorial –que son parte de las diversas cooperativas y que están estudiando- y, en segundo lugar, a habitantes del Espacio que están llevando a cabo sus procesos de nivelación académica y a las comunidades aledañas, teniendo en cuenta la escasa infraestructura tecnológica que existe alrededor del espacio de reincorporación.
El primer tema a discutir tuvo que ver con el ejercicio de caracterización que se está llevando a cabo, desde algunos meses atrás, para conocer las expectativas y necesidades de la población del Espacio Territorial en torno a un espacio de cómputo. Una de las actividades con las que el semillero puede ayudar a responder en dicha caracterización consiste en espacios de formación. Estos para impulsar una mejor apropiación de herramientas que, en un primer momento, permitan la sistematización de datos provenientes de las encuestas y luego la interpretación de estos. Estas herramientas consisten en manejo de software y algunas categorías útiles para interpretar la información.
El ejercicio de gestión de la sala de cómputo recae y cobra sentido en varias formas sobre un grupo de mujeres habitantes del ETCR. Por un lado, las tareas de levantamiento de información y proyección de dicho espacio están bajo la responsabilidad de mujeres.
En cuanto su uso y administración, estará priorizado también para mujeres que están en proceso de formación académica y que hagan parte de las cooperativas económicas. Es importante destacar que dicho rol tiene que ver con el reconocimiento colectivo de un conjunto de desventajas que viven un importante grupo de mujeres para vincularse laboralmente y de manera estable a cargos en los que a veces sí se vinculan sus compañeros (Escoltas, jornaleros, comercio); dificultades que se relacionan con tener que asumir más cargas del cuidado que los varones. Sin embargo, este proyecto también se relaciona con una búsqueda de caminos para fortalecer los esfuerzos de muchas para formarse y encontrar vías de sostenimiento económico.
Otra de las necesidades que surgen en la reunión es la de fortalecer las habilidades de las mujeres para la formulación y gestión de proyectos, teniendo en cuenta que es un espacio que, dada la ausencia de recursos propios, se planea construir financiado con la ayuda de otras instituciones y organizaciones patrocinadoras. Es una conclusión entonces se da en torno a que el proyecto de aula debe plantearse con enfoque de género y diferencial, es decir, comprendiendo las dinámicas y necesidades particulares de las mujeres rurales puedan como sus principales usuarias.
De modo que, por nombrar algunos elementos a tener en cuenta, la formulación debería contemplar la apertura en horarios que se acoplen a las jornadas que en las que estas desempeñan sus actividades cotidianas –ya sea de sostenimiento, agricultura y/o labores del cuidado-, una distribución con espacios especiales para las participantes de proyectos y a su vez otros para quienes estén estudiando. Equipamiento con tablero y equipos que les permitan repasar, probablemente cercanía a los espacios del cuidado que están ubicados dentro del Espacio Territorial y un software apropiado y con una interfaz amable de acuerdo a sus actuales necesidades educativas y de gestión de iniciativas productivas.
Adicionalmente, y ya pensando en el funcionamiento y sostenibilidad económica de dicho espacio, surge la inquietud sobre el manejo de software libre y la adquisición de conocimientos sobre seguridad informática. Para esto, fue posible llegar a algunos acuerdos sobre fechas y distintas temáticas para el inventario de programas y software a instalar, en el caso de gestionar exitosamente los equipos. Se reconoce, además, que la instalación es solo el primer paso, teniendo en cuenta que deben existir espacios para que quienes sean las encargadas y están en la gestión, adquieran algunas capacidades básicas para manejar eficientemente estos programas. Otro elemento a resaltar tiene que ver con que este espacio se piensa como un aula económicamente sostenible, a partir de una cuota que se gestiona desde las iniciativas que hagan uso de la misma, adicional a los aportes de usuarios/as pertenecientes a la comunidad del ETCR y zonas aledañas.
De modo que, en los compromisos adquiridos desde el semillero PARES, así como en el avance en alguna medida de alguna de las tareas enunciadas, es posible observar la materialización de un mecanismo de apropiación de la tecnología con un enfoque que apunta a acoplarse a sus características como mujeres rurales, en procesos de formación formal y no formal, así como propende por reconocer los esfuerzos de estas por seguirle dando continuidad a diversas iniciativas comunitarias de sostenimiento económico.
La implementación del Acuerdo Final de Paz pasa por una reincorporación integral y, por tanto, por la vigilancia al seguimiento de los enfoques que reconocen la gran diversidad y múltiples necesidades de los actores del campo y de la construcción de paz. Por ello, la universidad, como un actor más de la apuesta de la paz, está en la capacidad de cuestionar e intervenir activamente para no reproducir en la transformación de algunas desigualdades sociales, como lo son las actuales brechas tecnológicas, educativas y de género en el campo. La UNAL sigue apostándole al cambio.