El sector vivienda en Bogotá presenta un estancamiento en lo que a ventas se refiere, pues el costo de una vivienda nueva o usada es de un valor alto que solo el 35% de la población en la ciudad lograría comprar.
El 60% de hogares que se forman en Bogotá tienen ingresos menores a los 4 SMMLV y por esta razón son demandantes de la vivienda VIS (vivienda de interés social), solo el 33% de la oferta se ubica en este segmento de precios. Un problema para las constructoras y claramente un problema para los ciudadanos.
En la actualidad, las viviendas de interés prioritario (VIP) tienen un tope de 70 SMMLV, para las familias con ingresos inferiores a dos salarios mínimos, este tope no les permitía acceder a un crédito de vivienda, debido al elevado costo de estas.
Este escenario es mucho más complicado teniendo en cuenta el aumento del tope de precios para la VIP y para la VIS que son 90 SMMLV y 150 SMMLV respectivamente aunque estos aumentos pueden dinamizar la actividad edificadora por el lado de la oferta, pueden generar sacrificios desde la demanda.
El gobierno en sus esfuerzos por promover la adquisición de vivienda y activar los créditos hipotecarios, ha aumentado el valor de subsidios en Bogotá.
Uno de esos programas es Mi Casa Ya en Bogotá, el cual tiene el propósito de beneficiar a 2.500 hogares de menores recursos. ¿En qué consiste?, En unificar subsidios de la nación y el distrito logrando subsidios más altos y una tasa de interés más baja.
El primero, determina subsidios que están entre los 8 y 10 SMMLV y el segundo asigna valores entre 20 y 30 SMMLV, es decir, las familias podrán recibir un subsidio de hasta 40 SMMLV.
¿Cómo beneficia esto al sector crediticio?
Dichos subsidios asignados por el Estado solo se otorgan en el momento en que el hogar solicite un crédito de vivienda ante una entidad financiera y este sea aprobado, esto motiva a los ciudadanos y aleja el miedo de recurrir a una entidad financiera para obtener su casa propia.
Beneficia no solo a las entidades bancarias y a los ciudadanos sino también a las constructoras generando un impacto económico, ya que a partir del anuncio del programa el indicador de ventas presentó una reacción aún más importante. Mientras que en julio de 2019 el indicador caía a una tasa acumulada doce meses del 12,2%, durante agosto empezó un repunte que permitió cerrar el año con un crecimiento acumulado del 25,7%.
De seguir este comportamiento se espera que tanto la venta como las solicitudes de créditos hipotecarios aumenten en un porcentaje considerable y proporcional a la oferta y la demanda.