A lo largo de mi vida como estudiante y profesional en psicología, he tenido la experiencia de ver como personas luego de terapia salen más heridas. Lo cual es muy decepcionante, frustrante y demasiado molesto porque en los objetivos de todo profesional de la salud debe estar el generar un bienestar, de lo contrario, ¿para qué ejercemos esta carrera?
Creo que el más grande error en el psicólogo empieza cuando elige la profesión ya sea porque le tocó, no fue admitido a la carrera que quería, consideró que es fácil de estudiarla o no se le dio una oportunidad que esperaba, entre otras miles de causas y han terminando en esta segunda opción, como cualquier juego al azar.
Aquí vemos como el sistema educativo en Colombia se encuentra mal planteado y da vía libre para que todo el que quiera aunque no tenga actitud y aptitudes quede admitido, porque claro, es más importante el dinero que la misma formación y vocación. Sin embargo, no está de más resaltar que he visto excelentes seres humanos y profesionales ejercer esta carrera cuando llegaron por cosas de la vida a esta opción (contados con los dedos de las manos).
Si tú que me lees eres psicólogo, tienes que saber que en ti existe un gran peso de responsabilidad sobre lo que dices y haces, porque cada que entra un paciente a consulta, te está entregando su vida para que puedas llegar a lo más profundo de su ser y ahondar en temas muy personales, el cual dependerá de ti si das palabras de vida y sanidad o por el contrario herir lo que ya está herido, si te das cuenta es como un poder que esta persona te entrega. Aclaro, esto no tiene nada que ver con el proceso de confrontar, ya que hay verdades que necesitan ser manifestadas y asimiladas, pero lo más importante es en qué momento y cómo se expresa.
Ahora bien, dicho esto, he notado que existen errores que definitivamente van más allá de una simple equivocación que no pueden ser pasados por alto, ya que, demuestran la calidad humana y profesional de quien atiende. Estas conductas y/o palabras deben ser un llamado de alerta para retirarse de la terapia antes de que puedan ocasionar un daño mayor:
1. Minimiza tus sentimientos y emociones: Realiza afirmaciones como, “hay cosas peores, las situaciones que estás viviendo no es nada comparado a otros casos que he visto, deberías hablarme de otra cosa porque esto no es tan importante”. Creeme está más centrado en la realidad de lo que te imaginas, vi una paciente llegar a mi consulta con temor de expresarme lo que sentía porque un psicólogo le habría dicho estas cosas y realmente fue un trabajo ganarme su confianza porque anteriormente había sido herida.
Quien ejerce esta profesión debe tener en claro que desde que la persona entra al consultorio, todo está en posición de análisis, todo es importante y mucho más cuando específicamente el paciente te lo hace saber. Entonces no olvides que el kit de trabajo del psicólogo es la escucha y la empatía. Si no tiene esto, agarra tus cosas y huye de ahí.
2. No centrar la consulta en ti: Al psicólogo que le gusta hablar y hablar, pero no te da el espacio para que expreses lo que sientes, no es el lugar para ti, estás perdiendo tu dinero. Son muy importantes las devoluciones que te pueda dar, también que conozcas quien te atiende, pero la centralidad de la consulta eres tú. Si no te sientes escuchado o no sientes que es el espacio donde estás en la libertad de hablar, puedes cambiar de profesional. No está de más recordarlo.
3. Te da información que no está sustentada científicamente: Cada vez se vuelve más común escuchar que en consulta el “profesional de la salud”, le expresa al paciente que es profeta, brujo, chamán, hipnoterapeuta, que puede ver el futuro o tiene especialidad en regresiones a vidas pasadas. ¡Peligro, no se deje engañar! Recuerdo que en mis tiempos de practicante estuve dialogando con una estudiante de bachillerato que tenía conductas de autolesión. Me comentó que la habían llevado al psicólogo y este le había dicho que era a causa de los demonios que tenía. En la conversación, me manifiesta “yo quisiera creer que eso es así, porque no me sentiría tan culpable de saber que soy yo la que se hace el daño, sino algo espiritual que lo ocasiona”.
En este caso, se evidencia que la menor coloca su malestar psicológico en creencias que aunque en el momento alivian la culpa, a largo plazo solo posterga el asumir el dolor emocional y físico que siente. Estos profesionales solo se aprovechan del bolsillo, el dolor y la ignorancia de las personas.
4. Impone sus creencias: Este punto se encuentra relacionado con el anterior, un ejemplo de lo mencionado lo encontramos en un psicólogo que cree en Dios, este no puede obligar a una persona que es atea, agnóstica o creencias contrarias a la suya a tomar la postura que él tiene. Ahora bien, el paciente que es cristiano y siente afinidad con la persona que lo atiende y esta tiene las mismas creencias, es completamente respetable, ya que hay una conexión en lo que se piensa. Sin embargo, si el paciente no abre esa puerta, lo mejor es no tocarla, quien da la apertura es el mismo paciente. Tampoco puede obligar a que el otro asuma sus creencias irracionales, como el catastrofismo (va a ocurrir lo peor), generalización (todos me quieren hacer daño), entre otros, dado que está colocando en ti sus propios malestares psicológicos.
No tragues entero al ingresar a una consulta, tienes derecho a cuestionar, preguntar, analizar, buscar una segunda opinión y no estar de acuerdo con todo lo que te dice. Si deseas profundizar en el actuar ético del psicólogo puedes leer el código deontológico del psicólogo.