Las mujeres abandonan el trabajo más que los hombres. En parte, esto podría ayudar a explicar por qué solo cerca del dos por ciento de los puestos de CEO los ostentan mujeres. Pero ¿por qué dejan el trabajo las mujeres? Y ¿se incorporan después al mercado de trabajo? ¿Pueden hacerlo, después de haberlo dejado? ¿Es reconocida realmente su preparación profesional? O ¿simplemente se ubican para cumplir con las leyes de cuotas? Consideremos estas cuestiones.
Primero, no existen dudas acerca de que es más probable que las mujeres dejen el trabajo que los hombres. Por ejemplo, una reciente encuesta a nivel nacional se centró en un grupo representativo de mujeres profesionales o con altos honores en la universidad; la encuesta incluía a más de 2400 mujeres. Uno de los resultados más destacados de la encuesta fue que el 24 % de los hombres habían dejado su puesto de manera voluntaria, frente a cerca del 40 % de mujeres.
Estas mujeres invirtieron en educación para tener una carrera de éxito, pero muchas decidieron dejar el trabajo. ¿Por qué eligen las mujeres dejar el trabajo? No hay, desde luego, una única respuesta. La familia y el cuidado de los niños ciertamente pueden “sacar” a las mujeres del trabajo. Sin embargo, un número sorprendente de mujeres indican que dejan sus trabajos por aburrimiento y frustración.
En resumen, para tener nuevos retos e incrementar sus oportunidades de crecimiento, las mujeres sienten que tienen que dejar su actual empresa. Los factores que pueden empujar a las mujeres a dejar sus puestos parecen más manejables para las organizaciones. General Electric (GE), por ejemplo, ha establecido una red donde pueden contactar unas mujeres con otras, programas de coaching y mentoring y políticas de conciliación de la vida familiar y laboral. Aunque no es posible extraer una conclusión sobre las causas, desde que GE ha establecido estos programas el porcentaje de mujeres en puestos de jefatura se ha incrementado desde el 9 % de 1997 hasta el 15 % actual. Así las cosas, estos programas de coaching dan ejemplo de lo que hace falta aún en la mayoría de las organizaciones, bien sean privadas o públicas, al momento de emplear mujeres.