La coordinadora del Programa de Desarrollo Sostenible del Consejo Internacional de Tratados Indígenas advierte que el muro entre México y los Estados Unidos "amenaza ecosistemas vitales que son vulnerables al cambio climático"
VIRGÍLIO AZEVEDO
Adaptación CLAUDIA PAIVA
Traducción al español
Bienvenido a las Conversaciones de la Casa Común. Desde el 23 de septiembre, la Casa Común de la Humanidad (CHH), una organización mundial con sede en Portugal, en la Universidad de Oporto, ha estado realizando una campaña publicitaria de su iniciativa "Un sistema terrestre, un patrimonio común, un pacto mundial", en asociación con la agencia de noticias The Planetary Press.
La campaña incluye una serie de entrevistas realizadas por esta agencia, grabadas en podcast y transcritas en inglés, portugués y español - las "Conversaciones de la Casa Común ONU75" - a personalidades de proyección internacional. Las primeras 14 entrevistas están acompañadas de videos con animaciones sobre las propuestas de la CHH.
Puede ver las primeras cinco entrevistas: Will Steffen, Maria Fernanda Espinosa, Izabella Teixeira, Paulo Magalhães y Karl Burkart.
La CHH propone el reconocimiento del Sistema Terrestre como Patrimonio Común de la Humanidad, para restablecer un clima estable, crear un nuevo modelo de gobernanza de los recursos naturales comunes del planeta y promover un nuevo Pacto Ambiental Global en las Naciones Unidas, que ponga fin al actual estancamiento de las negociaciones sobre el clima. Para lograr este objetivo, la CHH está organizando una coalición mundial de conocidos científicos del Sistema Terrestre y de la sostenibilidad, juristas, economistas, sociólogos, Estados soberanos, ONG, organizaciones internacionales, autoridades y comunidades locales, pueblos indígenas y universidades.
La CHH tiene como fundadores siete universidades portuguesas, ZERO—Asociación Sistema Terrestre Sostenible, el Ministerio del Medio Ambiente y Acción Climática de Portugal, los ayuntamientos de las ciudades de Oporto y Gaia, y expertos de todo el mundo. También cuenta con varias organizaciones de apoyo, además de la agencia de noticias The Planetary Press, el IIDMA - Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (Madrid), The Planetary Network, Global Voice y la organización Earth Trusteeship Initiative.
a activista estadounidense, indígena Navajo, Janene Yazzie es también co-convocadora del Grupo Principal de Pueblos Indígenas del Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030. También es una de las fundadoras de Sixth World Solutions, una empresa que ayuda a las comunidades de la Nación Navajo a desarrollar proyectos económicos sostenibles.
1/ ¿Cuál es su trabajo en el Foro de Política de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030?
El Consejo Internacional de Tratados Indígenas y la Fundación Tebtebba, una conocida organización mundial de pueblos indígenas, se han reunido para participar en los primeros debates sobre los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. Los representantes de esta asociación estuvieron al frente del proceso para asegurar la inclusión de los pueblos indígenas en las negociaciones sobre el desarrollo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y estaba muy claro para ambas organizaciones que debíamos participar en el desarrollo de las métricas que se crearon para medir el progreso hacia estos objetivos.
Así es como se mencionan los pueblos indígenas en diferentes aspectos de los objetivos de los ODS y sus mediciones. Y la Fundación Tebtebba y el Consejo Internacional de Tratados Indígenas han sido reconocidos como co-convocadores del Grupo Principal de Pueblos Indígenas del Foro de Política de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030. Somos una de las nueve organizaciones de la sociedad civil reconocidas en este importante proceso. Y garantizamos la participación de representantes indígenas de las siete regiones socioculturales reconocidas por las Naciones Unidas en el debate, facilitando su participación en los debates de los grupos de expertos durante el Foro de Política de Alto Nivel, así como en todos los actos paralelos, asegurando así que los países participantes que elaboran programas nacionales para alcanzar los objetivos del Programa de las Naciones Unidas para 2030 también rindan cuentas a los pueblos indígenas que residen en sus territorios.
Ha llevado algún tiempo que nuestra labor sea pertinente y ha sido una ardua batalla defender la participación significativa de los pueblos indígenas, pero en los últimos tres años en los que he participado en este proceso estamos viendo un cambio importante en la forma en que los ODS son adoptados cada vez más por los diferentes países. Finalmente, estamos pasando por un momento emocionante. Obviamente, el Covid-19 ha hecho que nuestros problemas sean mucho más difíciles de resolver. Una de las cosas que hemos aprendido es que muchos de los pueblos y comunidades indígenas de los que proceden no tienen acceso a infraestructuras críticas, especialmente a Internet y a los teléfonos móviles.
Así que, con la pandemia, nos enfrentamos a algunas barreras y desafíos extraordinarios para mantener el objetivo de aumentar la participación de estos pueblos y comunidades en el Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas. A este respecto, hemos trabajado arduamente para obtener recursos financieros y de otro tipo para algunas de las comunidades más vulnerables. Y es a través de toda esta colaboración que realmente encontramos nuestra fuerza como pueblos indígenas, ya que todas las comunidades indígenas están en la vanguardia de la solución de los problemas relacionados con los impactos del cambio climático, la degradación ambiental, el desarrollo insostenible y perjudicial para las funciones de los ecosistemas en los que vivimos y la continuación de nuestras formas de vida tradicionales.
2/ ¿Cómo está afectando el cambio climático a la Nación Navajo y su comunidad?
Siempre he sido una defensora de la justicia social y el hecho de ser indígena y haber nacido en la Nación Navajo me ha dado un apetito natural por estos temas, porque todas nuestras comuni- dades siempre están lidiando con una serie de desafíos y opresión sistémica que influyen enormemente en nuestra experiencia de vida. Cuando tuve que tomar varias decisiones en mi carrera en 2011, me ofrecí como voluntaria en el Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas y me encontré con un informe de evaluación del riesgo climático, realizado con la colaboración de varios científicos, en el que se destacaba el riesgo al que se enfrentaría la Nación Navajo en el suroeste de los Estados Unidos debido a los impactos del cambio climático. La lectura de ese informe me asustó porque había sido madre por primera vez y era una joven profesional en esta encrucijada, pero el documento expuso y enumeró muchos de los problemas que conocía y experimentaba en mi comunidad, como la pérdida de fuentes de agua y vegetación, el aumento de la desertificación y la concentración de toxinas en el medio ambiente acumuladas durante generaciones debido a la industria minera en la Nación Navajo, en particular la extracción de uranio y los impactos del grave derrame de residuos de la mina de uranio de Church Rock en Nuevo México en 1979, el mayor accidente de descarga de material radiactivo en la historia de los Estados Unidos.
Al ver en este informe las predicciones de que para 2017 se produciría un cambio drástico debido a la falta de agua y que muchas de las actividades de la Nación Navajo relacionadas con los modos de vida tradicionales, el pastoreo de ovejas, la cría de ganado o la alimentación ya no serían viables debido al cambio climático en nuestros territorios, todo esto fue una advertencia que me hizo volver a casa de la Nación Navajo. Y estaba segura de que cuando volviera a casa todo el mundo hablaría de estos temas, y trataría de construir solu- ciones de mitigación y adaptación más eficaces. Pero cuando regresé, la Nación Navajo estaba profundamente involucrada en una larga batalla para asegurar los derechos de acceso al agua. Así que mi regreso con la intención de abordar los impactos del cambio climático fue a parar a los problemas de los sistemas de agua, energía y alimentos.
Y centrándose en particular en ayudar a aportar datos, experiencia y recursos a otras comunidades indígenas que podrían permitirnos resolver nuestros problemas, dando prioridad a una visión compartida de nuestros recursos y bienestar comunes, para crear planes de mitigación y adaptación al clima y también abogando por una mayor protección de nuestros derechos al agua. Ha sido una batalla continua desde entonces, pero con el Covid-19 vemos lo precaria y vulnerable que es la situación de nuestras comuni- dades indígenas en cuanto al acceso al agua, la seguridad alimentaria, la salud, en todos los frentes. Y todos los problemas que enfrentamos están entrelazados con los impactos del cambio climático. Así que las soluciones a estos problemas también deben estar interconectadas, deben ser globales, holísticas.
3/Con el Covid-19 estamos viendo, de hecho, cómo el medio ambiente no es un problema autónomo, porque está vinculado a cuestiones sociales, políticas, económicas y de seguridad, en definitiva, a todo. Por lo tanto, es importante que sus soluciones incluyan esta visión. ¿Cómo pueden los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas ayudar a combatir las crisis climáticas y de la biodiversidad?
Acabamos de terminar un webinar (seminario en línea) con algunos sorprendentes poseedores de conocimientos tradicionales, que fue promovido por la ONG estadounidense Grand Canyon Trusts sobre el problema específico de la gestión de tierras públicas. Una de las cosas que queremos destacar y que consideramos importante en este debate es la complejidad de los sistemas de conocimientos tradicionales. Es importante reconocer su valor, en particular en lo que respecta a las prácticas ecológicas tradicionales que han demostrado ser muy eficaces para mantener y preservar la diversidad biológica.
Se intenta definir claramente lo que es el conocimiento tradicional para comprender y respetar plenamente los derechos de los pueblos indígenas y crear los procesos por los que este conocimiento se transfiere a la siguiente generación. La forma más sencilla de desmitificar lo que es el conocimiento tradicional, para muchas de nuestras comunidades, es definirlo como una forma de vida, una forma de ser y saber que se ha ido acumulando a lo largo de generaciones y las experiencias de nuestro pueblo en el desarrollo de prácticas, ceremonias, idiomas y conocimientos acumulados de cómo mantener un equilibrio holístico en nuestras comunidades al tratar con todas las formas de vida en los ecosistemas que nos rodean, de manera que podamos lograr una forma de vida que centre nuestra responsabilidad en la preservación de esa relación saludable.
Ha sido una lucha difícil porque nuestros derechos están constantemente amenazados, especialmente los derechos a nuestras tierras, territorios y recursos. Además, en nuestros sistemas de conocimiento e idiomas no tenemos un concepto de los derechos que sea compatible con el aparato jurídico y la comprensión jurídica o incluso académica de los derechos en el mundo occidental. Pero usamos nuestro lenguaje como una herramienta para proteger lo que tenemos, nuestras formas de vida y prácticas y lo que dejaremos en nuestras comunidades tradicionales para el futuro.
Gran parte de nuestra labor centrada en los conocimientos tradicionales es sólo para honrar y restablecer nuestras responsabilidades para con la Tierra, para mantener y respetar los elementos que son fundamentales para preservar la vida en este planeta. Lo que me parece más hermoso de estos temas es no tratar de atar el conocimiento tradicional a una definición concreta y dejar espacio para el reconocimiento de todas las formas de vida que tienen los pueblos y culturas del mundo. Y que hay, de alguna manera, un elemento en todos los sistemas de conocimiento que nos permite encontrar la unidad: nuestro respeto por la Tierra y todas las formas de vida y nuestro compromiso de restaurar nuestras responsabilidades con la vida.
4/ Muchas personas no saben que hay 476 millones de personas en las comunidades indígenas - el 6% de la población mundial - que protegen el 80% de la biodiversidad mundial. Sin embargo, a menudo tienen un papel limitado, o están totalmente excluidos, de los debates multilaterales sobre la gobernanza ambiental. ¿Cómo cree que un Pacto Ambiental Global puede ayudar a resolver este problema?
El Pacto Global para el Medio Ambiente tiene mucho potencial para unirnos como humanos, para reconocer que tenemos una casa común, compartida, que es nuestro planeta, así como un interés compartido en la preservación de esta casa y todos los maravillosos regalos que provienen de la diversidad de las funciones del ecosistema que esta casa proporciona. En esa unidad, podemos superar todas las diferencias para encontrar un terreno y un propósito común, y restaurar nuestra responsabilidad compartida por todo lo que la naturaleza nos ha dado.
Nos encontramos en un momento muy precario de la historia de la humanidad, pero al mismo tiempo esa historia nos ha mostrado, a lo largo de generaciones, nuestra fuerza, resistencia, capacidad de perdón y supervivencia, para poder prosperar en medio de los obstáculos opresivos para tantas personas en todo el mundo. Y reconocemos cómo muchos de nuestros patrones de comportamiento más problemáticos y muchas instituciones han generado y mantenido la desigualdad sistémica en todo el mundo. Pero hoy estamos más interconectados que nunca, hemos roto muchas barreras de comunicación y conexión.
Con la crisis de Covid-19 tuve un momento de pausa para reconocer cuánto podemos cambiar nuestro comportamiento, la forma en que miramos y valoramos los recursos naturales, y nuestra dependencia de ellos. Si podemos seguir construyendo una visión compartida que se puede ofrecer a través de un Pacto Ambiental Global, podemos descubrir cómo aprovechar todos los maravillosos dones de la Naturaleza y encontrar nuevas formas para que todas las personas creen un futuro que beneficie a toda la vida en la Tierra. Y hoy, con la crisis de Covid-19, más que nunca, ha llegado el momento de avanzar con el Pacto Global para el Medio Ambiente, por parte de la ONU.
5/Ha trabajado con la organización Right Energy Partnership para aumentar el acceso de los pueblos indígenas a la energía renovable, protegiendo al mismo tiempo sus derechos. ¿Qué espera lograr con esta iniciativa?
A menudo nuestro entusiasmo y recursos para la resolución de problemas se basan en el mercado y en la necesidad de obtener beneficios, especialmente en los proyectos energéticos, aunque el mundo reconozca que necesitamos cambiar y alejarnos de las emisiones de gases de efecto invernadero y de las industrias energéticas que han contribuido al cambio climático. De hecho, en este cambio vimos que muchas de nuestras comunidades y pueblos indígenas seguían estando amenazadas debido a los grandes proyectos de presas hidroeléctricas y plantas de energía solar que se estaban construyendo en sus tierras y territorios tradicionales.
Ni siquiera los paneles solares son en sí mismos una solución a muchas de nuestras formas más notorias de violencia ambiental, porque para fabricarlos es necesario desarrollar la actividad minera en la extracción de litio para baterías. Y muchas de esas actividades mineras siguen teniendo lugar en tierras tradicionales que solían ser mantenidas por pueblos indígenas de América Latina, África y Australia. Así pues, en nuestro proceso de colaboración para llevar a los pueblos indígenas de diferentes partes del mundo a compartir estrategias en esta esfera, quedó muy claro que las naciones desarrolladas, al tratar de facilitar la transición a la energía renovable, no querían ser responsables de la continua explotación de las tierras de los pueblos indígenas. Luego también empezamos a discutir los residuos generados por los proyectos de energía renovable. Mucha gente no lo sabe, pero cuando los paneles solares dejan de funcionar se convierten en una forma muy peligrosa de residuos tóxicos. Así que empezamos a ver que en este patrón de desarrollo de energía renovable estábamos replicando muchos de los procesos dañinos y prácticos que hacen que el desarrollo de la energía sea generalmente insostenible.
La solución para asumir la responsabilidad de los proyectos de energía renovable que apoyamos fue crear un enfoque basado en los derechos para el desarrollo de la energía renovable que tuviera en cuenta todas estas cuestiones. Por lo tanto, tenemos una asociación basada en la creación conjunta de conocimientos y la comprensión de todas estas cuestiones, de modo a poder mitigar y eliminar por completo las prácticas que pueden ser reproducidas incluso cuando estamos cambiando a formas de energía más limpias. Y nos comprometemos a construir una plataforma de intercambio de conocimientos capaz de aprovechar los recursos internacionales para proyectos de energía renovable en los países en desarrollo, pero basada en un nuevo enfoque de la forma en que estos proyectos se diseñan, desarrollan, entregan y mantienen a lo largo del tiempo. Y nos proponemos utilizar estos ejemplos para difundir e instituir las mejores prácticas en todos los proyectos de energía renovable, de manera que podamos encontrar nuevas soluciones y no sólo aceptar los enfoques basados en el mercado que están garantizados como insostenibles.
6/La Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas adoptada en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007 reconoce el derecho a las tierras, territorios y recursos, pero no es jurídicamente vinculante. ¿Cree que el innovador marco jurídico propuesto por la Casa Común de la Humanidad ayudaría a resolver este problema?
Sí, sin duda necesitamos un nuevo marco jurídico en el derecho internacional para ayudar a hacer frente a los problemas globales que enfrentamos en el planeta. Muchas de las amenazas a los derechos de los pueblos indígenas provienen de las políticas nacionales, los intereses particulares de cada Estado y el mantenimiento de los sistemas de asentamiento en sus territorios. Y yo sé por años de mi experiencia, que trabajar en este contexto es extremadamente difícil. El mayor avance que hemos logrado es cuando los pueblos indígenas se han involucrado en los mecanismos internacionales y han luchado por la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas. Y desarrollaron este enfoque a través de diferentes programas de trabajo y mecanismos de las Naciones Unidas, lo cual fue fenomenal. Porque nos ayudó a devolver este enfoque, este lenguaje, a nuestros proyectos locales y a encontrar formas de avanzar y sortear muchas de las barreras legales nacionales a las que nos enfrentamos.
Por eso veo la propuesta de la Casa Común de la Humanidad (CHH) como el mismo tipo de iniciativa, pero a mayor escala. Y me gusta mucho la forma en que la CHH está reconociendo que las fronteras geopolíticas que separan a nuestras naciones y comunidades son parte del problema que debe ser abordado para crear un sentido de compartir, compromiso y responsabilidad con todos por las funciones de nuestro ecosistema mundial. Si la gente puede leer más y aprender más acerca de las luchas específicas de los pueblos indígenas que tienen lugar en las fronteras de los países y las naciones, creo que eso ayudaría a revelar cuán problemáticas son esas divisiones de territorio. Por ejemplo, la resistencia a la construcción del muro en la frontera entre los Estados Unidos y México es una resistencia a seguir protegiendo ecosistemas vitales y preciosos que son muy vulnerables al cambio climático. Y estas amenazas tienen una larga historia con el desarrollo de la frontera México-Estados Unidos porque varias comunidades indígenas siempre han cruzado esa frontera.
Esa larga historia ha incluido la introducción de cuestiones sociopolíticas, la criminalización y la militarización de la frontera, y la destrucción y degradación del medio ambiente. Todo esto ha perturbado las actividades de los ecosistemas y ha traído consigo formas de desarrollo perjudiciales, amenazando algunos de nuestros recursos naturales más preciados y las funciones de los ecosistemas que son parte vital de la salud de los ríos nacionales como el Río Colorado, crucial para el suroeste de los Estados Unidos y el norte de México. Muchos de nuestros principales sistemas fluviales, cuencas fluviales y bosques trascienden las fronteras nacionales. Y así debemos desarrollar un compromiso compartido, responsabilidades compartidas y protecciones compartidas para asegurarnos de que estamos cuidando estos lugares vitales y sagrados.
De manera que nos ayude a mitigar los efectos del cambio climático y a adaptarnos a ellos para abrir caminos alternativos hacia un desarrollo más sostenible. Y para ello, una de las cosas que necesitamos es un marco jurídico totalmente nuevo que nos proteja de los intereses de un Estado y de las grandes empresas como las que durante años han diseccionado nuestra tierra y sus recursos para generar beneficios. La humanidad necesita crear grandes alianzas y asociaciones para hacer frente a todos los desafíos que enfrenta hoy en día. Y tanto el Pacto Global para el Medio Ambiente como el nuevo marco legal en el derecho internacional que está siendo propuesto por la Casa Común de la Humanidad son un paso fenomenal en esa dirección.