“Las películas de terror son trágicas, crueles, espeluznantes, se introducen súbitamente en la psiquis de las personas, algunas tratan del miedo a la muerte, otras de enfrentar enemigos impensables, monstruos, asesinos y seres infernales. Otras, se preguntan ¿Qué es lo peor? ¿Planear o hacer parte de la destrucción?”
Primera Escena: Depredadores de Páramos
¿Qué es lo que acecha al Páramo? ¿Acaso fuerzas sobrenaturales? ¿Acaso monstruos sin conciencia? Se preguntan personas expectantes de una narración de terror que inicia en las tierras de Santander y Norte de Santander, exactamente en un paraíso llamado Santurbán. En este lugar bello y tranquilo, se esconden fuerzas del mal que intentan desequilibrar el ecosistema con espeluznantes intereses de devastación.
En el Páramo, se siente el fuerte latido del corazón de la tierra, el miedo que penetra en las venas ambientales y el lánguido lamento de quienes protegen tierras sagradas. También se escucha el silbido de la muerte y se presiente una apocalíptica visión de máquinas excavando fosas para animales y plantas. Una atmósfera de misterio y soledad se apodera del lugar, sus habitantes no paran de llorar ante la premonición de lo que está por pasar.
A lo lejos, se ve una sombra que se regocija con la explotación, se mueve con demencia y ánimo depredador, se escuda en un título minero para poner su sentencia de muerte y veneno sobre la fauna y la flora que habita en este poderoso templo de la naturaleza. ¡Terror! es lo único que se siente al imaginar el daño ecológico sobre Santurbán. Si no tienes cuidado puedes caer en la locura y morir en manos de los depredadores de Páramos.
Segunda Escena: Defensoras del Nacedero
Como en toda historia de terror hay quienes luchan contra las fuerzas del mal son las mujeres de Santurbán, ellas, quieren expulsar a los depredadores de Páramos y junto con AIDA una organización que protege la vida se resisten a la depredación, cuidan la naturaleza y el agua. Hay quienes las llaman exorcistas del mal.
Pero a veces, no hay exorcismo que valga y la muerte violenta atrapa a las defensoras del nacedero, ese fue el desafortunado destino de Yamile Guerra, abogada y protectora del Páramo de Santurbán, asesinada en el año 2019 por monstruos que aparecieron entre las sombras sin que ella tuviera ninguna oportunidad de defenderse.
¡Fantasmagoria y muerte! son las amenazas con la que hoy vive el Páramo y las mujeres y hombres que lo defienden. Ellas y ellos, asisten a una secuencia de escenas de terror cruzadas por la contaminación del agua y la muerte de varias especies. Escenas terroríficas que hacen imposible no sumergirse en una insoportable angustia por el destino de Santurbán, un espacio donde nace el agua, donde vuela el cóndor y habitan especies como el hermoso oso andino.
Ojalá que esta historia de terror que pone en peligro a todo un ecosistema, a sus habitantes y a las personas que lo defienden, sea tan sólo una pesadilla, o un producto de la imaginación de alguna o algún libretista, ojalá que no tenga el desenlace fatal del cine de este género. Amalaya que en algún momento se presente un giro inesperado y cual thriller psicológico nos lleve a reflexionar profundamente sobre cada una de nuestras acciones y ver en retrospectiva lo que sucede y ¿Por qué sucede?, lo que tememos y ¿Cómo evitarlo?.
Recordemos que, espeluznante es morir por defender una causa, aterrador es vivir sin luchar y escalofriante es que gane el mal. No dejemos que el miedo se apodere de la vida. ¡Defendamos el Páramo de Santurbán! ¡Defendamos el agua y a todas las especies!