Los niños dibujan genitales masculinos en cuadernos y otras superficies, ven pornografía y se ‘educan’, si es que se le puede llamar ‘educar’ a aprender de la sexualidad y temas relacionados, por medio del internet y sus falsos e infundados mitos ¿Por qué la sociedad se preocupa porque se les eduque de forma segura en un colegio y con alguien que ha estudiado sobre los temas expuestos? Hay muchas dudas desde la comunidad y desde los equipos de salud (clínica o pública) sobre como aproximarse a la juventud y desde que edades para promover prácticas sexuales seguras, autoconocimiento y otros factores esenciales en el desarrollo de la sexualidad. Esto se debe principalmente al conflicto con las comunidades, consecuencia a su vez de las características socioculturales e ideales de sexualidad que estas llevan impregnadas. Sin embargo, aunque se exige que los colegios ofrezcan educación sexual y reproductiva a los jóvenes, esta suele estar sesgada a las prácticas y visión del sexo desde la perspectiva masculina y siempre enfocado a los genitales de este mismo. A continuación, se discutirá no solo la problemática con respecto a la educación sexual en general (como prácticas de planificación familiar), sino que se hará énfasis en la necesidad de ofrecer una educación sexual y reproductiva equitativa para ambos sexos, con un enfoque de género que reconozca diferencias en la igualdad de género, diversidad sexual y otros temas relevantes en la actualidad y en la realidad en que vivimos.
En primer lugar, el lector se preguntará: “¿Por qué Falocentrista?” o “¿Qué significa eso?”. Este término puede que hable por sí solo, pero, aunque hace referencia principalmente a una crítica que surge contra la segregación de la mujer en teorías psicoanalíticas, en el presente artículo será utilizado como referencia al carácter predominante que existe en nuestra educación sobre la sexualidad desde la perspectiva masculina y machista. Al hablar de la sexualidad desde la perspectiva machista hago referencia a como al educar se omiten temas de importancia para las mujeres, e incluso para la diversidad de identidades de género que existen actualmente (aunque no es el enfoque principal de este artículo), tales como la fisiología de la pubertad femenina, desde lo normal hasta lo que probablemente no lo sea y como reaccionar a esto. Por ejemplo, considere: ¿Por qué en los colegios no se educa desde jóvenes a los niños sobre la importancia del consentimiento para la relación sexual? ¿Por qué no se educa a los niños y niñas por igual sobre los cambios de la pubertad para ambos sexos y la importancia de aceptarlos como algo normal? Muchas mujeres han tenido que afrontar eventos como el periodo sin el apoyo o educación de un colegio o sus padres, sin tan siquiera la idea de si es normal o no e incluso sin saber con quién hablarlo. Situaciones como estas pueden ser difíciles cuando esto llega a ser referenciado de forma despectiva con comentarios tan cotidianos y discriminatorios como una situación en que un comportamiento es justificado por que ‘’le llegó’’ o ‘’está en sus días’’. Tómese como ejemplo el siguiente testimonio: “Cuando yo tenía 10 años, que fue cuando me llegó el período, eso fue un dilema, porque a mí nadie me había hablado de eso; cuando me vino el periodo, ¡qué susto!, porque me vino durmiendo, y cuando me levanté y me vi toda ensangrentada, casi me muero. Mi mamá y mi papá siempre fueron el campo y hablar de esos temas… ¡menos! Es muy diferente el pueblo a la ciudad…, horrible. Yo no sabía si decirle a mi mamá, si no decirle. Yo me imaginaba miles de cosas porque a uno sí le decían que si usted estaba con un muchacho y la tocaban, entonces quedaba en embarazo…”
(Sevilla, Orcasita, Magíster, & Cátedra, 2014).
Es importante reconocer que darle un enfoque de género a la educación sexual y reproductiva puede ayudar a prevenir situaciones de acoso, abuso sexual y demás situaciones que en la actualidad son tema de discusión por su importancia y la gravedad de sus consecuencias para las poblaciones vulnerables (más frecuentemente mujeres, la población con discapacidades cognitivas y la comunidad LGBTTTIQ). Al educar a estas poblaciones sobre cómo reaccionar, las herramientas y entidades dispuestas a ayudar en ciertas situaciones y cómo aprovecharlas, es posible empoderar a las comunidades vulnerables para prevenir el acontecimiento de sucesos de cualquier gravedad, así como para brindar asistencia tras el acontecimiento. Sin embargo, puede ser igual o más importante educar para prevenir el acto por parte del potencial victimario (lo cual no busca atacar al hombre, puesto que cualquiera puede ser un victimario o una víctima) e incluso educar sobre lo que se puede entender por acoso, abuso y todo tipo de violencia sexual, física, de género u otras formas de agresión. Invito al lector a considerar el impacto social que pudiese tener esto, teniendo en cuenta que hasta un tercio de las mujeres son violentadas a lo largo de su vida y la violencia de género puede ser más que sexual o física. De hecho, muchas personas no tienen idea de como reconocer desde qué punto una conducta puede ser considerada acoso, abuso o violencia. En algunos estudios se ha discutido como uno de los principales métodos para educarse y tomar decisiones sobre la sexualidad es por medio de la pareja (Caricote Agreda, 2008; Sevilla et al., 2014), y no es necesario un estudio para saber que en la realidad muchas parejas manipulan o incentivan a su pareja a tener relaciones sexuales sin preservativo (por creencias, gusto personal, etc.) o a realizar actos sexuales de su interés, a pesar de que el interés no sea compartido por su pareja. Pregunto yo al lector “¿Qué pasaría si los jóvenes supiesen qué presionar a tu pareja a realizar una actividad sexual que no sea de su agrado, aunque de su consentimiento, puede ser también una forma de violar sus derechos sexuales e incluso entenderse como abuso?”.
Esto último abre una discusión mucho más complicada: entender que es la sexualidad más allá del sexo y recordar que disfrutar del sexo es un derecho. Invito al lector a revisar el siguiente enlace donde podrán encontrar los derechos sexuales y reproductivos en Colombia entre otros temas de interés que considero todos deberíamos conocer: “https://www.minsalud.gov.co/salud/publica/ssr/Paginas/home-salud-sexual.aspx”. Adicionalmente, ofrezco la definición de salud sexual según la Organización Mundial de la Salud (OMS): “La salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia.”. Aspiro a que al terminar esta lectura, todo lector se haga a si mismo las siguientes preguntas: “¿Por qué no es común recibir charlas sobre la importancia del placer en pareja?”; “¿Tiene la misma importancia el placer y el orgasmo de mi pareja que el mío?”; “¿En alguna ocasión he presionado a alguien o sido presionado por alguien para realizar alguna conducta sexual que no fue de mi agrado?”. El placer es algo que se debe buscar de forma tanto personal como en pareja, pues todos tenemos gustos y preferencias distintas. Por esto mismo se deben enseñar prácticas seguras para la exploración de la sexualidad en pareja, tal como se hace actualmente con la problemática de la divulgación de material pornográfico por redes sociales y su repercusión psicosocial en quien sufre la violación a su intimidad.
Si bien es importante ofrecer educación oportuna, veraz y completa sobre los temas discutidos, uno de los principales problemas es la aceptación sociocultural que tiene esta práctica, así como la educación por parte del núcleo familiar o los cuidadores al joven en lo discutido previamente. Por ejemplo, se ha visto que en algunos casos hay dificultades de comunicación entre padres e hijos sobre la sexualidad debido a inseguridades de los padres, actitudes autoritarias y controladoras, escasez de entendimiento sobre la sexualidad de forma integral por los mismos padres, ideales machistas, dificultades pasadas del padre/madre en comunicarse con sus respectivos progenitores y dificultad para saber cómo iniciar la conversación (Caricote Agreda, 2008). Es interesante que cerca de la mitad de los padres no han abordado o tienen problemas para abordar a sus hijos con charlas sobre sexualidad (Cerrato Quintana, 2016; Sevilla et al., 2014). Es interesante que casi la mitad de los padres y un cuarto de las madres reconocen el condón como medio de protección contra enfermedades de transmisión sexual y más hombres que mujeres aceptan la masturbación como algo privado, sano y placentero (Sevilla et al., 2014). Además se reconoce que a las mujeres se les suele hablar sobre sexualidad no solo de forma tardía con respecto a los hombres, sino que reciben una mayor presión con ideales machistas tales como la necesidad de que no tengan sexo hasta el matrimonio(Sevilla et al., 2014). Cabe recalcar que estos datos pueden variar en cada comunidad, sin embargo, no deja de ser preocupante como se puede ver reflejado en la vida de los jóvenes estas discrepancias en la igualdad de la educación sexual para hombres y mujeres, así como la ignorancia sobre el tema por parte de quienes deben educarlos.
A manera de conclusión, invito al lector a realizar una reflexión crítica sobre su entorno y la educación que recibió o como esta le ayudó a explorar su sexualidad, con el fin de entender por medio de su propia experiencia y los argumentos expuestos previamente el gran impacto que puede tener a nivel social e individual el discriminar quién debe o no debe ser educado, en qué momento y de qué manera acerca de su sexualidad.
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Referencias:
Caricote Agreda, E. (2008). Influencia de los padres en la educación sexual de los adolescentes. Educere, 12(40). Retrieved from
Cerrato Quintana, V. (2016). LA EDUCACIÓN SEXUAL ENTRE PADRES E HIJOS ADOLESCENTES: FRECUENCIA, CONTENIDOS Y DIFICULTADES Trabajo de Fin de Grado. Salamanca. Retrieved from
Sevilla, T. M., Orcasita, L. T., Magíster, P., & Cátedra, F. D. (2014). “Hablando de sexualidad”: una mirada de los padres y las madres a los procesos de formación con sus hijos/ as adolescentes en estratos populares de Cali. av.enferm (Vol. XXXII)