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Foto de Brian Patrick Tagalog en Unsplash

En Colombia, cuando alguien pregunta “y ahí, ¿cómo voy yo?” es porque está condicionando su colaboración, trabajo o ideas a cambio de algo. Pero ¿por qué solamente pensamos en clave de lo que los demás deben darnos y hacer por nosotros?, ¿por qué pareciera que lo único importante como ciudadanos es pedir y nunca dar? Esta no sólo debería ser una reflexión social y política, sino sobre todo, personal. Nada va a cambiar nunca si seguimos en la comodidad de dejar que otros libren todas nuestras batallas, sentados esperando usufructuar victorias ajenas.


La lucha por la equidad de género es un aspecto más que entra en esa lógica de sólo recibir y no dar. Todos los padres de hijas anhelan que ellas consigan sus sueños; pueden ser lo que quieran, que las amen, las respeten y que sean felices. Pero ¿qué hacen esos mismos padres por las hijas adultas de otras familias?, ¿qué hacen con sus esposas?, ¿cómo se portan con sus compañeras de trabajo o con una mujer en un bar? Porque no siempre son tan respetuosos en todos los espacios, pasando de ser protectores con sus familias e irrespetuosos en la calle. Lo que finalmente lleva a una pregunta: ¿cómo educan a sus hijas?, ¿con qué ejemplo?, ¿cómo enseñan a sus hijos a tratar a las mujeres? La cadena es interminable, y lo único cierto es que ahí vamos todos.


En la gran mayoría de espacios donde se discute de mujer y género, se ven mujeres escuchando mujeres. Y aunque es ineludible que cada vez seamos más empáticas y solidarias entre nosotras, necesitamos involucrar a esa otra mitad de la población nacional: los hombres, para ver un cambio real. El lenguaje y las lógicas sociales entre grupos permiten conductas socialmente aceptables entre ellos, haciendo que las mujeres podamos llegar a hablar de equidad y género, con aquellos más abiertos y progresivos. Hay un punto donde ya depende de ellos generalizar ese cambio cultural y resignificar lo aceptable y masculino.


Mientras muchos “atacan” desde su ignorancia al feminismo como una manada de “feminazis” locas, otros están más dispuestos a aprender y entender que no se trata de invertir la relación vertical existente entre los sexos – sino a equilibrarla. Sobre todo, porque más allá de ser iguales (que no lo somos), se trata de comprender que ninguno es más o menos humano que el otro. Y eso es finalmente a lo que se resume: al respeto por la vida.


En la misma línea, está el movimiento de #HeForShe que pretende adherir cada día más hombres aliados a la lucha por la equidad de género. A continuación, está la campaña argentina realizada por Avon, donde se habla de tres tipos de violencia contra la mujer: acoso callejero, cyberbullying, y violencia psicológica. Lo más destacable de la campaña no es ni siquiera el hecho de ser una reflexión de hombres para hombres, o de escoger violencia diaria y ordinaria en todos los sentidos de la palabra, sino de tratar la violencia no física. Muchas campañas anteriores, que aunque han incrementado la conciencia de muchos crímenes contra las mujeres, han puesto el foco en los morados, la sangre o la muerte. Pero hay muchas más formas de sufrimiento y humillación a la que una mujer se ve expuesta todos los días, que se han visto en cierta medida invisibilizadas.  



Estas no son cosas que nadie desconozca, ni son física cuántica que se necesite detallar o explicar mucho. Pero desafortunadamente, sí son cosas que pasan todos los días a millones de mujeres. Son violencia y humillación que se han normalizado desde las dinámicas sociales de un gran porcentaje de la población mundial. Y la verdad, es que no hay problema más difícil de afrontar que el que no se ve como un problema. El violento no solo es el violador, el que pega y el que mata. No se trata de blancos y negros, hay matices que son igualmente dañinos. Pero lo más triste es que todavía haya tipos tan inseguros y tan retrógradas que crean que el más grotesco y ruidoso es el más hombre. No señores, portarse así es tan ridículo como usar beeper en esta era digital.

Lo más curioso es que, buscando campañas similares en Colombia a la de Avon en Argentina, no se encuentran movimientos o invitaciones de hombres con este propósito; de manera que ¿la campaña colombiana para cuándo? A pesar de que #HeForShe llegó a Colombia en 2014, muchas personas no saben que es, y no hay tantos hombres involucrados como sería de esperar. Esto es sorprendente, especialmente siendo un país tan folclórico y tan vanguardista en cuanto a retos, videos virales y demás. Al parecer, como sociedad se ha encontrado más orgullo e interés en tener a las mujeres más bonitas que a las más respetadas, inteligentes o emprendedoras. Y eso es muy diciente de la sociedad que hoy somos.

Por consiguiente, esta constituye una invitación formal para cambiar las lógicas de cómo se educa a los niños como futuros hombres, ciudadanos, padres y compañeros de trabajo; de cómo vamos todos en la lucha por la equidad de género. Un cambio social no sólo puede ser unilateral o de un porcentaje de la población, porque a la calle salimos todos. A veces olvidamos que, para ser la mayoría, antes vamos siendo uno a uno en una suma continua; y para no dejar de sumar a los sueños de tantas niñas, jóvenes y mujeres todos vamos si todos damos. Eso quiere decir que cuando pensemos en “¿cómo voy yo?” pensemos en lo que cada uno puede hacer, y no sólo en lo que los otros deberían hacer por nosotros.

Únanse a la campaña usando el #YoVoy con su compromiso personal para alcanzar la equidad de género y el respeto máximo por las mujeres. Y a los que se animen, pueden compartir sus videos enviandolos a la revista gerencia@revistalevel.com.co o por redes sociales. Queremos encontrar la mejor campaña por la mujer colombiana.

#YoVoy por la equidad de género, rechazando las críticas físicas de parte de hombres y mujeres.

¿Cómo Voy Yo?

Columna
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November 30, 2018

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En Colombia, cuando alguien pregunta “y ahí, ¿cómo voy yo?” es porque está condicionando su colaboración, trabajo o ideas a cambio de algo. Pero ¿por qué solamente pensamos en clave de lo que los demás deben darnos y hacer por nosotros?, ¿por qué pareciera que lo único importante como ciudadanos es pedir y nunca dar? Esta no sólo debería ser una reflexión social y política, sino sobre todo, personal. Nada va a cambiar nunca si seguimos en la comodidad de dejar que otros libren todas nuestras batallas, sentados esperando usufructuar victorias ajenas.


La lucha por la equidad de género es un aspecto más que entra en esa lógica de sólo recibir y no dar. Todos los padres de hijas anhelan que ellas consigan sus sueños; pueden ser lo que quieran, que las amen, las respeten y que sean felices. Pero ¿qué hacen esos mismos padres por las hijas adultas de otras familias?, ¿qué hacen con sus esposas?, ¿cómo se portan con sus compañeras de trabajo o con una mujer en un bar? Porque no siempre son tan respetuosos en todos los espacios, pasando de ser protectores con sus familias e irrespetuosos en la calle. Lo que finalmente lleva a una pregunta: ¿cómo educan a sus hijas?, ¿con qué ejemplo?, ¿cómo enseñan a sus hijos a tratar a las mujeres? La cadena es interminable, y lo único cierto es que ahí vamos todos.


En la gran mayoría de espacios donde se discute de mujer y género, se ven mujeres escuchando mujeres. Y aunque es ineludible que cada vez seamos más empáticas y solidarias entre nosotras, necesitamos involucrar a esa otra mitad de la población nacional: los hombres, para ver un cambio real. El lenguaje y las lógicas sociales entre grupos permiten conductas socialmente aceptables entre ellos, haciendo que las mujeres podamos llegar a hablar de equidad y género, con aquellos más abiertos y progresivos. Hay un punto donde ya depende de ellos generalizar ese cambio cultural y resignificar lo aceptable y masculino.


Mientras muchos “atacan” desde su ignorancia al feminismo como una manada de “feminazis” locas, otros están más dispuestos a aprender y entender que no se trata de invertir la relación vertical existente entre los sexos – sino a equilibrarla. Sobre todo, porque más allá de ser iguales (que no lo somos), se trata de comprender que ninguno es más o menos humano que el otro. Y eso es finalmente a lo que se resume: al respeto por la vida.


En la misma línea, está el movimiento de #HeForShe que pretende adherir cada día más hombres aliados a la lucha por la equidad de género. A continuación, está la campaña argentina realizada por Avon, donde se habla de tres tipos de violencia contra la mujer: acoso callejero, cyberbullying, y violencia psicológica. Lo más destacable de la campaña no es ni siquiera el hecho de ser una reflexión de hombres para hombres, o de escoger violencia diaria y ordinaria en todos los sentidos de la palabra, sino de tratar la violencia no física. Muchas campañas anteriores, que aunque han incrementado la conciencia de muchos crímenes contra las mujeres, han puesto el foco en los morados, la sangre o la muerte. Pero hay muchas más formas de sufrimiento y humillación a la que una mujer se ve expuesta todos los días, que se han visto en cierta medida invisibilizadas.  



Estas no son cosas que nadie desconozca, ni son física cuántica que se necesite detallar o explicar mucho. Pero desafortunadamente, sí son cosas que pasan todos los días a millones de mujeres. Son violencia y humillación que se han normalizado desde las dinámicas sociales de un gran porcentaje de la población mundial. Y la verdad, es que no hay problema más difícil de afrontar que el que no se ve como un problema. El violento no solo es el violador, el que pega y el que mata. No se trata de blancos y negros, hay matices que son igualmente dañinos. Pero lo más triste es que todavía haya tipos tan inseguros y tan retrógradas que crean que el más grotesco y ruidoso es el más hombre. No señores, portarse así es tan ridículo como usar beeper en esta era digital.

Lo más curioso es que, buscando campañas similares en Colombia a la de Avon en Argentina, no se encuentran movimientos o invitaciones de hombres con este propósito; de manera que ¿la campaña colombiana para cuándo? A pesar de que #HeForShe llegó a Colombia en 2014, muchas personas no saben que es, y no hay tantos hombres involucrados como sería de esperar. Esto es sorprendente, especialmente siendo un país tan folclórico y tan vanguardista en cuanto a retos, videos virales y demás. Al parecer, como sociedad se ha encontrado más orgullo e interés en tener a las mujeres más bonitas que a las más respetadas, inteligentes o emprendedoras. Y eso es muy diciente de la sociedad que hoy somos.

Por consiguiente, esta constituye una invitación formal para cambiar las lógicas de cómo se educa a los niños como futuros hombres, ciudadanos, padres y compañeros de trabajo; de cómo vamos todos en la lucha por la equidad de género. Un cambio social no sólo puede ser unilateral o de un porcentaje de la población, porque a la calle salimos todos. A veces olvidamos que, para ser la mayoría, antes vamos siendo uno a uno en una suma continua; y para no dejar de sumar a los sueños de tantas niñas, jóvenes y mujeres todos vamos si todos damos. Eso quiere decir que cuando pensemos en “¿cómo voy yo?” pensemos en lo que cada uno puede hacer, y no sólo en lo que los otros deberían hacer por nosotros.

Únanse a la campaña usando el #YoVoy con su compromiso personal para alcanzar la equidad de género y el respeto máximo por las mujeres. Y a los que se animen, pueden compartir sus videos enviandolos a la revista gerencia@revistalevel.com.co o por redes sociales. Queremos encontrar la mejor campaña por la mujer colombiana.

#YoVoy por la equidad de género, rechazando las críticas físicas de parte de hombres y mujeres.

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