El acceso al agua y el saneamiento está reconocido como un derecho básico universal, sin embargo 2.000 millón de personas en el mundo no tienen acceso a ella en lugares próximos, y 1.000 millón no cuenta con el saneamiento adecuado, siendo las mujeres y las niñas las que viven la peor parte de este problema.
En el 80% de los hogares con escasez de agua son ellas las que deben responsabilizarse de la recogida del agua. Esto supone caminar varios kilómetros al día, lo que las a perder millones de horas que deberían ser destinadas a otras actividades como la educación.
Problema educativo
La obligación de recoger agua para las tareas y ejercicios diarios no solo afecta a nivel laboral a las mujeres, impidiendo su integración, sino también a su integración educativa desde la infancia, ya que sus madres no cuentan con tiempo suficiente para llevarlas al colegio y cuando ya son adolescentes deben colaborar en la recogida de agua, por lo que su tiempo de estudio se ve muy limitado.
Miles de escuelas en África, Asia o América Latina no cuentan con el saneamiento adecuado para las niñas. La falta de un espacio seguro y privado para asearse o cambiarse durante la menstruación dificulta mucho la asistencia al aula. Esto provoca que muchas niñas abandonen el colegio o dejen de asistir. En Mozambique se estima que ellas no asisten a clase cuatro días al mes.
Además, las calles de muchos países africanos, latinos o asiáticos tampoco son lugares seguros para las mujeres y niñas, sin embargo, se ven en la obligación de por ellas caminar muy tarde y así poder encontrar un sitio apartado y solitario que disponga de agua para poder defecar. Esta obligación lleva, en ocasiones, a violaciones con embarazos no deseados, explotación infantil y/o secuestros.
Impacto en la salud
El deber de caminar cada día cientos de kilómetros para recoger agua lleva al desarrollo de grandes problemas musculares, dañando los tejidos blandos o produciendo artritis precoz.
También son ellas las que batallan diariamente, en zonas rurales principalmente, con enfermedades transmitidas por el gua como el cólera. De acuerdo con la ONU, 3.000 millones de personas sufren altos riesgos sanitarios por el vertido de aguas residuales en ríos, lagos u océanos que no se tratan, y que provocan la muerte de 2,2 millones de personas. Se calcula que afecta el doble a mujeres que a hombres.
Si un miembro de la familia se enferma, son las mujeres quienes asumen el rol del cuidado, y se enfrentan así a enfermedades que se deben a la falta de higiene, como el Tracoma. Durante el parto tener acceso al agua y a un correcto saneamiento también puede ser un aspecto muy importante tanto para el bebé como para la madre.
Con el Covid-19 las colas en los puntos de recogida de agua se intensificaron debido a la necesidad de higienizar más el hogar, lo que lleva a que las mujeres pasen más tiempo esperando en ellos, y las formas de violencia de género aumenten en las colas, y en el camino a la localización del agua. Además, algunos países vivieron toques de queda resguardados por cuerpos de seguridad del Estado que también violentaban mujeres.
Con el objetivo de poner fin a esta situación se debe abolir esta tarea, adjudicada tradicionalmente a las niñas. Empoderarlas y potenciar el acceso al agua y los recursos sanitarios para que así puedan asistir al colegio y no deban recorrer largas distancias en entornos inseguros.